Tenía pendiente desde hace meses la receta de crujiente de ruibarbo. No es fácil encontrarlo, al menos en mi ciudad, así que cuando lo veo no dejo pasar la oportunidad. Así ha sucedido este año en un par de viajes en los que me crucé con esta planta de forma casual.
Para preparar esta receta me inspiré en la que recoge Marian Keyes en su libro Salvada por los pasteles.
Lo primero que hice fue limpiar dos tallos de ruibarbo y cortarlas en trocitos de unos dos centímetros de largo. También lavé y corté en rodajas media docena de fresas. Puse todos los trozos en un recipiente para horno y rocié con el zumo de medio limón. Después añadí una cucharada sopera de azúcar moreno y precalenté el horno a 190 grados.
El segundo paso fue mezclar 100 gramos de harina y otros 100 gramos de mantequilla fría en daditos. Mezclé con las manos hasta obtener una masa con el aspecto de la arena mojada y la extendí por encima de la fruta. Por último, espolvoreé otra cucharada de azúcar moreno y metí la fuente en el horno.
Horneé durante 25 minutos hasta que la superficie quedó crujiente, controlando que no se quemase. Lo saqué y dejé que reposara unos minutos para servirlo templado y acompañado de una bola de helado.
También se pueden sustituir las fresas por manzanas y, si no encuentras ruibarbo, hacerlo solo con manzanas y un poquito de canela.
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