Hoy comparto una de mis recetas favoritas y que preparo desde hace años. La mezcla del limón, la miel y la guindilla le dan un sabor espectacular a esta ensalada templada.
Los ingredientes que utilicé fueron:
- Dos calabacines medianos
- 125 gramos de mozarella
- Dos cucharadas de piñones
- El zumo de un limón y la ralladura de medio
- Una cucharada de miel
- Una cayena
- Aceite de oliva virgen extra
- Unas hojas de cilantro para decorar
- Sal
- Pimienta
Lo primero que hice fue precalentar el horno a 180º. Mientras alcanzaba la temperatura, me puse a preparar los calabacines.
Los pelé y con ayuda de la mandolina los corté en filetes longitudinales de unos dos o tres milímetros de grosor. A continuación engrasé una bandeja para horno y en ella fui colocando el calabacín formando varias capas.
Antes de meter la bandeja en el horno rocié el calabacín con un buen chorro de aceite de oliva virgen extra y salpimenté. Estuvieron en el horno durante 20 minutos, momento en el que comprobé que estaban blanditos y dorados sin llegar a quemarse.
Mientras se hacían los calabacines preparé el resto de ingredientes.
Primero puse los piñones en una sartén bien caliente (sin aceite) hasta que cogieron un color tostado y los reservé.
Lo siguiente fue el aliño, que preparé mezclando en un cuenco el zumo de limón, la cucharada de miel, la cayena sin semillas y picada, dos cucharadas de aceite de oliva virgen extra y una pizca de sal.
Ya solo quedaba emplatar: saqué los calabacines del horno y los coloqué en la base de una fuente ancha; desmenucé la mozzarella y la repartí por encima; también repartí los piñones tostados y por último añadí el aliño.
Decoré la ensalada con la ralladura de medio limón y unas hojitas de cilantro y la serví.
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