Los ingredientes que utilicé, para dos docenas, fueron:
- 100 ml. de agua
- 25 ml. de leche
- 2 huevos
- 20 gr. de mantequilla
- 75 gr. de harina de repostería
- 2,5 gr. de levadura en polvo
- 5 gr. de azúcar
- Una pizca de sal
- Azúcar glass
- 120 gr. de nata para montar
- Aceite de oliva virgen extra
En un cazo puse a calentar el agua, la leche, la mantequilla, el azúcar blanca y una pizca de sal. Cuando comenzó a hervir lo aparté del fuego y añadí la harina tamizada junto con la levadura.
Removí hasta obtener una masa homogénea, sin grumos y que se despegaba de las paredes del cazo. A continuación añadí los huevos uno a uno, batiendo con unas varillas para integrarlos en la masa.
Pasé la masa a un cuenco de cristal, lo tapé con film transparente y la dejé durante hora y media en la nevera.
Pasado ese tiempo me puse a freír los buñuelos en abundante aceite de oliva (caliente sin humear). Utilicé dos cucharas de postre untadas en aceite para darle forma a la masa y echarla en pequeñas bolas a la sartén. Se doraron rápido, apenas un minuto por cada cara, y los fui sacando a una fuente cubierta con papel absorbente.
Una vez fritos todos, espolvoreé azúcar glass por encima y dejé que se enfriaran mientras montaba la nata.
Por último, con ayuda de un pequeño biberón, fui rellenando de nata los buñuelos a través de un pequeño agujerito que hice en la superficie. Volví a espolvorearlos con azúcar y listos.
Comentarios
Los buñuelos son una tentación irresistible. Imagina complementar su sabor con una infusion de hierbas aromáticas. ¡Una combinación deliciosa que realza el placer de cada bocado!