No hay dos rosas iguales

 


No hay en el jardín de Lera (Castroverde de Campos, Zamora), dos rosas iguales y no hay en su sala dos mesas iguales. Sigue siendo, frente al peso del brillo, la fama y las modas, un espacio vivo en el que todavía puedo alterar el guión, comer más o menos, beber esto o lo otro, agotar el día o retirarme a tiempo, arriesgar o ser prudente. Participar, ser protagonista. Diferente. 

En Lera aún chirrían los cubiertos a destiempo por el comedor, asíncronos, sin ritmo, ¡libres! En Lera aún no hay un pastor gobernando la sala para que se llene de tintineos rítmicos, como los cascabeles de un rebaño de borregos. Y por eso me gusta tanto. 

¡Ay, Lera!

🖤

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